El próximo domingo los venezolanos acuden una vez más a las urnas. En esta ocasión para elegir a los gobernadores y alcaldes que deberán solucionar los múltiples problemas a los que se enfrentan los municipios venezolanos. El presidente Chávez ha basado su campaña en amenazar a los electores con sacar los tanques a la calle en las regiones que opten por elegir a candidatos opositores. Los venezolanos, lejos de enojarse, le han recomendado que de hacerlo lo haga a primera hora, porque el tráfico después colapsa y no habrá forma de que cumpla su promesa.
La cola caraqueña
Caracas es el ejemplo claro de cómo el hacer la vista gorda con un problema y obviarlo consigue engrandecerlo hasta tal punto que es capaz de engullir una ciudad entera y hacerla impracticable. Desde hace muchos años la ciudad ya se enfrentaba a una infraestructura deficiente, un parque móvil envejecido y un transporte público inseguro y mal articulado.
El resultado fueron unos buenos atascos en horas punta en el centro de la ciudad y en las principales vías de circulación del valle. Un irrisorio precio del carburante, unido a una política económica muy expansionista con muchísimas facilidades de financiación, y una inflación desbocada por la negligencia gubernamental y los elevadísimos precios del petróleo fueron pavimentando las calles del país de carros nuevos.
Así se fue alargando la hora punta, se fueron agrandando las colas hasta llegar a calles secundarias, se fueron colapsando las entradas principales de la ciudad desbordando a las autoridades locales y la paciencia de los ciudadanos. Los conductores desesperados empiezan a buscar caminos más secundarios, a encontrar atajos en urbanizaciones, a meterse en caminos verdes, a buscar cualquier solución y con esta búsqueda consiguieron llevarse los atascos hasta el resto de la ciudad. El colapso a día de hoy se extiende por todas partes, los recorridos se cuentan en horas y la cola ha acabado por cambiar la vida de los habitantes del valle al pie del Avila.
La extensión de la crisis financiera, del valle a las colinas
De una forma semejante a la arriba descrita la crisis financiera nos está haciendo retroceder, dejando sin crédito y sin capacidad de respuesta real, ya que hasta los problemas no se solucionen en el centro difícilmente vamos a poder salir adelante en la periferia.
El gran problema de las subprime se produjo en el epicentro del sistema, los grandes bancos y bancos de inversión. Ellos fueron los primeros en bloquear la liquidez y reclamar toda la atención , los que bloquearon las arterias principales. La desregulación, la falta de transparencia y el carnívoro ánimo de lucro se encargaron no solo de congestionar el centro sino que desde ahí irradiaban su carga tóxica por el resto de avenidas.
Los grandes bancos anglosajones europeos, suizos y alemanes fueron los próximos que fueron secando el crédito que quedaba y de ahí empezaron a pedir recursos de todo el extrarradio hasta dejar todo el sistema inservible. La repatriación de capitales para pagar deudas hundieron el resto de divisas, hundieron las bolsas y hundieron el precio de las materias primas atacando cada rincón del mundo.
Una vez bloqueado, empieza el rápido proceso de destrucción de personas, capitales, familias, tejido productivo y sueños denominado recesión y que acabará si no lo remedian en depresión.
Antes de llegar a este puntos ya se cambia la forma de vivir y una mezcla de enfado , desesperación y paciencia infinita se va apoderando de todos nosotros mientras no vemos el momento de pasar este trago amargo y llegar pronto a casa para cenar, por lo menos para hoy.